El perdón, como lo conocemos, se convierte en un veneno para la relación, ya que la víctima, se pone en una posición superior al que le hizo daño, y le quita la oportunidad al victimario de asumir su realidad, necesaria para su propio crecimiento, el que perdona toma el derecho de negar lo que ocurrió y de decir no paso nada, cuando eso pasa el victimario no asume su responsabilidad, ya que la realidad fue negada e impide que el que lastimó pueda recuperar su dignidad y hacerse responsable de lo que hizo.

Puede pasar que el victimario, pierda la fuerza al decir no quise que esto pasara, llorando como un niño e incapaz de asumir su responsabilidad.

Con esto nos podemos dar cuenta que el perdón no es adulto ya que impide que el que hizo daño asuma su responsabilidad y diga Yo lo hice. Somos adultos cuando los dos vemos la realidad y los dos víctima y victimario aceptamos lo que sucedió.

Lo que pasa entre víctima y victimario pertenece solo a ellos, cuando alguien se entromete, no da camino a la solución, si alguien opina algo debería hacerlo desde un punto neutro donde ve a los dos con la misma comprensión hacia ambos ya que los dos son humanos y merecen ser vistos con compasión, ya que no sabemos ni podemos entender que los empuja a estar en ese punto, uno como víctima y otro como victimario.

El perdón adulto ve a todos con amor y esto libera tanto a la víctima como al victimario, esta es una manera de ver el perdón desde los ojos de las nuevas constelaciones familiares, que nos dejo nuestro gran maestro Bert Hellinger.

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Y NUNCA OLVIDES, QUE LA VIDA ¡SIMPLEMENTE ES!